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Lirio Tigre de Bangkok en Londres: Serie Lirio Tigre, #2
Lirio Tigre de Bangkok en Londres: Serie Lirio Tigre, #2
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Lirio Tigre de Bangkok en Londres: Serie Lirio Tigre, #2

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Lirio Tigre de Bangkok en Londres por  Owen Jones

El Tigre despierta de nuevo, mientras está estudiando en un Hospital de niños de Londres

Lirio Togre de Bangkok en Londres.

Después del devastador efecto que el abuso tuvo sobre su propia vida, y la de los ciudadanos de Bangkok en los primeros días como estudiante de medicina allí, la vida de Lily se aquietó, y ella se dedicó a sus estudios. Después de dos años, ganó una beca para trabajar en el Hospital de Niños de la Calle Gran Ormond en Londrés y se mudó para allá, sin Ron, quien continuaba sus estudios en Bangkok.

´Lirio Tigre de Bangkok en Londres’ lleva su historia al segundo año como estudiante de medicina en el hospital. Ella adora su trabajo allí, y se lleva bien con el personal y con los niños pacientes también, pero ella no tiene amigos fuera del trabajo.

Uno de sus días libres, lee un artículo en el Sunday Times sobre las redes organizadas de pedófilos en Londres, que involucran el establecimiento mismo del propio país y esto la indignó

Ella no pudo ignorarlo y se involucró..

Su primera reacción fue evitar el resurgimiento del Deminio que la poseyó en Bangkok solo un par de años antes, pero cuando ella conoció a unas cuantas víctimas de abuso infantil, la suerte parecía estar echada.

Esta historia no es para los aprensivos, mas no describe los actos de abuso infantil. Sin embargo, con frecuencia hace referencias a escenarios notables de abuso infantil, especialmente al infame ‘Meat Rack’ en el Picadilly Circus en el centro de Londres.

Muchas de los casos expuestos aquí aun están bajo investigación policial al momento de escribirse este informe, aunque pocas personas esperan que de ellas surja algo.

¡Para la vergüenza de nuestros llamados líderes, quienes prefieren proteger a los poderosos abusadores que a los impotentes abusados!

LanguageEspañol
Release dateFeb 25, 2023
ISBN9781547581900
Lirio Tigre de Bangkok en Londres: Serie Lirio Tigre, #2

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    Lirio Tigre de Bangkok en Londres - Owen Jones

    LIRIO TIGRE

    DE

    BANGKOK

    EN LONDRES

    ¡El Tigre despierta de nuevo!

    por

    OWEN JONES

    1 THE SUNDAY TIMES

    Lily era muy intuitiva. Ella era una de esas personas que no parece tener necesidad de apuntar, como la mayoría de los francotiradores. Aquello sobre lo que pusiera sus ojos, estaba en problemas – éstos eran su aparato de objetivo-laser. Ella lanzó su cuchillo carnicero y golpeó a David Cameron justo entre los ojos. Había deseado que la hoja diera en ese lugar, pero sabía que había atinado allí un poco por suerte, un poco por su propio juicio.

    Ella estaba furiosa todavía, así que dio un salto y sacó los seis afilados cuchillos de cocina de las dos maderas en las que había pegado seis fotos de famosos políticos y personalidades, recortadas de varios artículos de los suplementos a color del Sunday Times. Las maderas estaban colgadas en cuerdas como si fueran dianas de dardos, en la pared del fondo de la cocina.

    —¿Cómo se atreven? — lo dijo para nadie más que las fotografías. —¿¡Cómo se atreven a permitir que ocurra abuso infantil bajo sus propias narices y no hacer nada al respecto!?

    Leon Brittan recibió un cuchillo filetero en el ojo derecho... Ted Heath y Jimmy Savile también sufrieron heridas fatales, pero ella seguía aún orgullosa del disparo a Cameron, a pesar de que acertar en cualquier punto de una fotografía de tres por cuatro pulgadas, desde una distancia de diez pies, con cuchillos de cocina comunes y corrientes, era toda una hazaña en sí, especialmente porque ella no había practicado desde que dejó Bangkok.

    Después de todo, Lily no era una joven ordinaria.

    Ella había estudiado artes marciales en su Tailandia natal y había hecho tiro al blanco, en paralelo con eso. Lo de lanzar cuchillos o incluso cualquier cosa afilada, sucedía porque ella no podía practicar tiro al blanco en su apartamento, primero en Bangkok y ahora en Londres. Ella seguía siendo estudiante de medicina, pero se las había arreglado para obtener una colocación en el Hospital de Niños de la Calle Great Ormond, por dos años.

    Le quedaba un año.

    Su nivel de inglés había sido bueno desde la escuela y estudiar medicina significaba que ella tenía que leer un montón de libros y revistas de medicina en inglés. Ella había decidido forzar un poco más su ritmo leyendo el Sunday Times, de cubierta a cubierta, cada semana, y le llevó varias semanas para completarlo. Hoy, ella había estado leyendo sobre sospechosas redes de pedofilia que operaban en el Dolphin Square y en algunos orfanatos, casa-hogares de niños y hospitales en todo el país.

    Margaret Thatcher y Jimmy Savile recibieron cuchillos fileteros en la cabeza por cuarta vez, cada uno. Habían sido lanzados con fuerza y aún estaban tambaleándose por la ferocidad con la que habían sido lanzados.

    El domingo era el único día de cada semana que ella sabía que estaría libre, así que aún permanecía en sus pijamas de niña. Ella también estaba libre un segundo día a la semana, pero a veces tomaba dos medios días y otras veces, simplemente lo trabajaba. Realmente no tenía mucho en que emplear su tiempo libre. Aún no tenía amigos cercanos en Londres, aunque a veces salía de noche con un grupo de sus compañeros de trabajo.

    Sin embargo, eso no era problema para ella, había sido una solitaria desde que su mal-llamado tío había comenzado a abusar de ella, a los once años, la mitad de su vida.Y ella adoraba su trabajo y los niños que implicaba conocer. Lily era pequeña y podía pasar por una niña si quisiera hacerlo. De hecho, muchos de los niños del hospital, al principio creyeron que ella era un paciente que se había vestido de enfermera, a pesar de que era, efectivamente una estudiante de medicina.

    Ella lanzó los seis cuchillos a las seis fotografías una vez más, luego ella desvió su atención al gran artículo sobre el establecimiento del abuso infantil.

    Éste citaba casos ocurridos en los setenta y ochenta, sin embargo ella ni siquiera había nacido hasta 1993 y los nombres no significaban nada para ella. Los únicos políticos de los que había oído mientras crecía eran Margaret Thatcher, Tony Blair y George Bush, quien, ella ni siquiera sabía que no era británico. Ahora estaba consciente de Cameron, Osborne, Clegg y Miliband. De hecho, sus fotografías estaban en el muro, aunque estaba consciente de que algunos de ellos aún estaban en la escuela cuando ocurrió el abuso. Otros, participantes sospechosos, o, mejor dicho, facilitadores equivocados ya estaban muertos, y aún habían otros esperando morir en casas de cuidados de ancianos o en instituciones mentales, ajenos al escándalo que se estaba cocinando en el público general, afuera.

    Lily agarró su iPod y buscó las ubicaciones mencionadas en el artículo. Primero, el hospital Stoke Manderville donde alguien llamado Jimmy Savile, ahora muerto, había cometido muchos crímenes; luego el Dolphin Square, en Pimlico, el corazón del Westminster de Londres y el West End; Elm Guesthouse, Barnes, al sureste de Londres; y finalmente Grafton Close Children´s Home en Richmon, por sobre el Thames.

    Las investigaciones de varias fuerzas policiales, incluyendo las Fuerza de Policía Metropolitana tales como Operación Fairbank, Operación Midland, Operación Fernbridge y Operación Yewtree eran aún un misterio para ella, pero quería aprender más sobre ellos.

    Eran ya las once cuando Lily dejó de leer sobre los casos. Su cabeza estaba dando vueltas y se sentía enferma. Los recuerdos que ella había tratado de guardar al fondo de su mente estaban saliendo a la superficie y eso no le gustaba.

    Ella se quitó sus pijamas, abrió la ventana francesa de su balcón en el cuarto piso y permaneció allí desnuda bajo el sol de verano, entonces ella calmó su mente y comenzó sus movimientos de calentamiento de Tai Chi, antes de ir a los más agresivos del Karate Kyokushinkai, que ella había estudiado en Bangkok como un deporte de full contacto. Ella era ligera, pero rápida y fuerte, y muchos oponentes habían caído en el error de subestimarla.

    Cuando se sintió más cómoda, recogió los seis cuchillos y los lanzó de nuevo a las imágenes destrozadas, una última vez, luego  llevó los cuchillos a su sitio y tiró las fotografías en la papelera y se fue a bañar.

    Lily siempre había buscado consuelo en un baño caliente, era donde ella llevaba a cabo sus contemplaciones más productivas.

    Ella tenía esperanza de que aquellos días oscuros de locura en Bangkok de hace dos años hubiesen quedado atrás. Había olvidado a cuantos hombres, presuntos pedófilos, había asesinado, aunque ella sería capaz de recordar cada espantoso instante y contarlos si quisiera. Ella nunca lo había pensado. Eran más de diez y eso era más que suficiente para que cualquier jovencita pudiese lidiar con eso, por mucho que las víctimas mereciesen su destino.

    Aunque este no era su país, ella podría pretender que esta no era su lucha. Seguramente los británicos podrían lidiar con sus propios asuntos. Sí, ella intentaría ese enfoque y permanecería fuera. En eso pensó  durante al menos un minuto, pero ella sabía que los ricos y poderosos podrían, literalmente, escapar con sus asesinatos en su propio país, y ¿acaso Nick, el testigo principal en este escándalo de Londres, y varios oficiales en las Fuerzas de la Policía Metropolitana insinuaron que algo similar estuviese sucediendo en Gran Bretaña?

    ¿Cómo podría ella no hacer nada si tenía el poder para hacer algo, a pesar de que fuera ilegal? Ella podía ayudar a recuperar el balance, si fuera lo suficientemente fuerte. En Bangkok, ella había quemado su furia, ahora solo estaba realmente molesta y era mayor y más capaz de controlar su temperamento. Practicar artes marciales había sido de gran ayuda en este asunto.

    No obstante, ella aún podía elegir por hacer algo, y ¿Quién sabe? Ser optimista sobre el problema podría hacerla incluso más efectiva y menos propensa de que la atrapen.

    Nadie la había tocado desde que se mudó a Londres. Ella estaba oficialmente en una relación con Ron, pero él estaba en Bangkok y ninguno de ellos esperaba que el otro permaneciera fielmente, a pesar de que ellos hablaban por Skype y siempre terminaban diciendo ‘Te amo’. Ron incluso le enviaba parte de su subsidio, que le daban sus padres, así que ella estaría libre de preocupaciones financieras y podría concentrarse en sus estudios. No es que ella fuera pobre, de todas maneras. Ella había robado suficiente dinero y joyas a esos hombres, a quienes había liberado de su pecaminosa existencia para comenzar su nueva vida y reparar el daño.

    Ella no le dijo a Ron sobre eso, él solo sabía sobre los diez millones de Baht que su madre le había dejado, y que eso no era mucho dinero para él o para su familia.

    Lily vivía muy frugalmente, no a propósito, sino que era su naturaleza. Ella tomaba autobuses a todos lados, no salía mucho y no tenía, ni quería un carro, a pesar del hecho de que los británicos conducen en el mismo lado de la vía que los tailandeses, así que ella podría aprender rápidamente.

    Sus únicas extravagancias eran su apartamento, su vasto guardarropa lleno de atuendos variados y su colección de maquillaje. A ella le gustaba la ropa bonita e insistía en vivir en un ambiente cómodo, y las contribuciones de Ron pagaban la mayor parte de la renta al fin y al cabo.

    Ella previó que en un tiempo de quince meses, ella debería regresar a Bangkok, mudarse con Ron y pasar sus exámenes de doctora, antes de buscar un trabajo en algún lado. Ron querría que fuera en Bangkok, cerca de sus padres, donde él había vivido toda su vida y eso estaba bien para ella, porque ella no le había hablado a nadie de su familia desde el funeral de su madre.

    No obstante, todo eso era para el próximo año, ¿Qué pasaría con el resto de éste?

    Ella sabía, en el fondo, que no había forma de que se quedara aquí sin hacer nada. Esa no era una opción. Ella despreciaba a su propia familia por no haber hecho nada cuando abusaron de ella, a pesar de lo mucho que ellos afirmaron que no sabían lo que había estado sucediendo. Ella no podía creer que ninguno haya notado que ella se quedaba ‘tranquila’, preocupada y nerviosa cuando tenía que estar a solas con su traicionero ‘tío’. Eso era inconcebible para ella, y también lo era, la idea de que ella sería capaz de vivir consigo misma si ella no hacía nada ahora.

    Sin embargo, ¿hacer qué?

    A pesar de que la piel de sus dedos hace tiempo que se había arrugado, ella dejó caer más agua caliente en la bañera y siguió pensando.

    A ella le parecía que la principal diferencia entre la situación que ella enfrentó en Bangkok y la que ella podría enfrentar aquí en Londres era el conocimiento local. Este año, ella había estado yendo de la casa al trabajo, a las tiendas y regresaba a casa y no conocía sus alrededores como lo hacía en Bangkok. Además, el artículo que ella leyó, hablaba sobre pedófilos homosexuales, mientras que ella se había concentrado en hombres a los que les gustaban las niñas, aparte de eso,  ella podría adaptar sus viejas tácticas a las nuevas circunstancias sin muchas complicaciones.

    Ella hizo una pausa, para considerar si sus destrezas desmedidas de maquillaje podrían hacerla lucir o no como un chico. No estaba segura, pero se sentó en el baño para ver su cara en el espejo empañado. Ella sacó lo que suponía que era la cara de un niño, pero no estaba convencida, luego se le ocurrió la idea de que se haría pasar por un travestido.

    Esto la llevó a pensar sobre disfraces, uniformes y finalmente, en armas.

    Los pinchos habían sido excesivamente efectivos en Bangkok, y podría usarlos de nuevo, pero eran, necesariamente, armas de corto alcance y podrían relacionarlos con los asesinatos de Bangkok. Ella podría lanzar, lo cual podría poner más distancia entre ella y su objetivo. Estaba segura de que sería capaz de acertar a un hombre donde sea, desde veinte o treinta pies de distancia, dado el misil correcto y más práctica, pero ella podría fácilmente triplicar esa distancia con un arco y ser más certera.

    Era cosa de conseguir armas que no llamaran la atención sobre ella, ese era el problema. Ella no era ‘tu típica londinense’, fuera lo que fuera eso, pero ella no se sentía así de todas maneras, y sabía que sus engaños funcionaban mejor cuando ella era capaz de relajarse y creer en sí misma, que cuando estaba tratando de convencer a otros.

    Se levantó lentamente y jaló el tapón con su pie, entonces se enjuagó con agua fría de la ducha, limpió el espejo con una toalla y estudió su cuerpo.

    No había problemas todavía, y ella podría pasar por un muchacho, pensó.

    Ella se secó, cubrió su cuerpo con talco en polvo al viejo estilo Thai y se aplicó otras cremas, y su adorado aceite de jazmín en su cara, manos, brazos y cuello como era su costumbre, luego se enrolló una toalla alrededor de su cuerpo y regresó a la sala.

    Incluso antes de que ella tuviera tiempo para tomar un café en el balcón, para disfrutar el verano que los británicos decían que era tan caliente, pero que era lo mismo que un invierno tailandés, ella sabía lo que podría estar haciendo esa tarde, y si ella lo hacía así, también sabía lo que, inevitablemente estaría haciendo en un futuro cercano, tan segura como ‘b’ sigue a ‘a’ y dos sigue a uno.

    Ella se vistió con ropas monótonas tipo estudiante, para no sobresalir y fue de compras.

    El tren estaba en movimiento y el destino era inevitable.

    La primera cosa que ella quería hacer era encontrar una tienda de aficionados, así que descargó una aplicación a su iPhone y le dejó buscar la tienda registrada más cercana. Un taxi la dejó a unos cien metros de ésta, unos minutos después.

    Ella tomó un respiro profundo, y entró a la pequeña tienda.

    —Hola—dijo, sin intentar esconder su acento asiático. —Quiero hacer modelos de yeso de mi familia, para la buena suerte, pero las cabezas se siguen cayendo. ¿Tiene varillas de metal para ponerlas adentro?

    —Sí, señorita. Tenemos de varios diámetros, ¿Cuál desea? — Él, amablemente le señaló un estante de lo que parecían barras de acero inoxidable detrás y debajo del mostrador.

    —Eh, creo que de seis milímetros.

    —Muy bien, Señorita, ¿Cuántos?

    Ella podía ver que eran de un metro de longitud.

    —Eh, tres por favor. Eh ¿Cuánto dice? Estoy aquí de vacaciones y no tengo herramienta para cortar. ¿Usted tiene?

    —No, Señorita, lo siento mucho, estamos esperando una entrega, pero hay una tienda de constructores, Jewson, a doscientos metros de esta tienda, doblando a la derecha. Ellos deben tener amoladoras angulares, sierras para metales o lo que sea necesario.

    Lily pagó y se fue a la tienda de Jewson, feliz de que su compra haya sido fácil.

    En la tienda de Jewson, ella se tomó su tiempo, buscando alrededor. Sabía lo que quería, solo que no sabía que forma debían tener.

    Ella pesó clavos de seis pulgadas en su mano, pero eran muy livianos. Entonces vio los punzones. Era más como eso. Colocó un rollo de ocho punzones de varios tamaños y uno simple, dejó caer uno de los punzones más grandes en el carrito. Mientras estaba mirando las limas, ella notó una dañada, cuyo mango se había salido. La lima de metal era de nueve pulgadas de largo y la espiga, de aspecto malévolo, que estaba dentro del mango era de cuatro pulgadas. Ella volvió en ensamblar la herramienta dañada y la metió en su carrito también. Entonces, compró una amoladora angular de cuatro pulgadas, unos cuantos discos de repuesto, una sierra, hojillas de repuesto y un par de alicates, y se fue.

    Ella tomó un taxi hasta unos cien metros de su apartamento y se detuvo por un café antes de continuar a casa.

    Lily puso las bolsas con sus compras bajo la cama y luego agarró un autobús a un centro comercial que ella no frecuentaba, pero que conocía muy bien. Su primer trabajo era uno de sus pasatiempos favoritos: ella caminó por las tiendas para comprar ropa y probársela y conversar con los asistentes de las tiendas sobre lo último de la moda y que colores le quedaban mejor a ella. No estaba completamente segura sobre lo que quería, pero confiaba en que lo reconocería cuando lo viera.

    Ahora estaba oficialmente en una misión y siempre había funcionado así para ella, hasta ahora.

    Lily ya tenía una gran colección de maquillaje, en vista de que esta había sido su pasión desde que se le permitió usar una pequeña sombra de ojos y rimel, a la edad de dieciséis. Ella también tenía varios CD de recortes de revistas de diferentes estilos y técnicas de aplicación de maquillaje que había coleccionado por años y escaneado a su disco duro.

    Siempre le

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